UNA MIRADA AL MUNDO DESDE MUY CERCA DEL CIELO, MI VISITA A LA MONTAÑA DE COLORES.
Las primeras luces de un nuevo día, se entrelazan con la penumbra de una noche larga que casi llega a su final, es el inicio de esta experiencia que con seguridad quedará grabada en mi mente y corazón. Quiero compartir con ustedes mi experiencia de visita a la montaña de colores, mi visita al Apu Vinincunca.
El día previo al viaje, WEA TRAVEL y su proceso de operaciones coordina hasta el mínimo detalle con todos los involucrados en la operación de esta mágica experiencia, para este momento ya hemos recibido la charla informativa en la comodidad de nuestro hotel, en la que respondieron todas nuestras inquietudes y nos brindaron información importante para disfrutar al máximo esta experiencia.
Nos buscan en el lobby del hotel para abordar el vehículo climatizado, y dirigirnos rumbo al sur hasta el desvío a Cusipata, desde allí, tomamos una vía no asfaltada durante las próximas hora y media. En el recorrido el paisaje cambia con frecuencia, mostrando valles, ríos y montañas y una mixtura de colores que emocionan y conmueven el alma. El guía nos habla sobre las costumbres de cada pueblo que pasamos, hasta llegar al restaurante Tullpu, elegido para el desayuno, el mismo que esta preparado rico en proteínas y carbohidratos para obtener las energías necesarias para completar este desafio.
Finalizado el desayuno, continuamos en nuestro transporte por otra media hora más hasta arribar al estacionamiento y punto de inicio de nuestra caminata. El guía nos dá las últimas instrucciones previas al inicio de la caminata, y luego de motivarnos entre todos, y recibir nuestros bastones de caminata, de aplicarnos el protector solar, y de dar un grito que sale del alma, iniciamos el ascenso.
Fueron dos horas de caminata en subida, tiempo en el cual pude realizar una introspección y revisar mi vida, dejando sueltas esas interrogantes que me preocupan para permitir que los espíritus de las montañas comiencen a revelar respuestas y soluciones que hasta hoy me era imposible entender.
Ya casi llegando a la cima, el camino se torna más duro, y exigente, nos falta el aire y el poco que logramos captar es helado, duelen los pulmones, cuesta coordinar los movimientos, las piernas se quieren revelar, solo queremos descansar, estamos ya sobre los 5,000 metros sobre el nivel del mar, tal vez el punto más alto al que llegue en mi vida.
Decidimos continuar, vencer el cansancio natural, dar un paso, y otro tras este, seguimos subiendo, paso a paso, poco a poco, respirando, sintiendo nuestros corazones más vivos que nunca, y mágicamente al mirar hacia nuestra derecha comienza a develarse ante nuestros ojos la vista que tanto queríamos, la Montaña de Colores, que comienza a tomar forma mientras continuamos ascendiendo.
El cansancio se cansa de torturarnos, nuevamente la emoción se apodera de nosotros, nuestro guía continúa alentándonos para llegar a la cima, la distancia se acorta, faltan 70 metros, 60, 50, seguimos subiendo, paso a paso, el aire se hace más helado, pero ya no hay nada que nos detenga, somos guerreros, somos vencedores, nos sentimos orgullosos de conquistar esta cima, estamos convencidos que lo lograremos, queremos lograr la experiencia completa y finalmente luego de unos 20 minutos más llegamos a la cima, lo logramos estamos cerca del cielo.
Trescientos sesenta grados de montañas nos rodean, el Apu Ausangate se muestra ente nosotros imponente, fuerte, y al frente, el Apu Vinincunca con sus múltiples colores excitan nuestra vista, y sentimos el premio por el esfuerzo realizado, el corazón sigue latiendo, más vivo que nunca, más fuerte, nuestra guía nos recibe con un fuerte abrazo, y nos ofrece una bebida caliente para brindar por haber coronado con éxito esta montaña sagrada.
Disfrutamos de la vista incomparable, sintiéndonos cerca del cielo, la cordillera de los andes se pierde en el horizonte para donde veamos, realmente estamos cerca del cielo, cerca de Dios, y de la inmensidad de su creación. Damos gracias con unas hojas de Coca, pedimos por cada uno de los integrantes del grupo, nuestro guía ofrece las hojas de coca como una ofrenda de agradecimiento del corazón y del alma por todo el grupo y luego iniciamos el descenso.
Una pachamanca andina (plato peruano típico en los andes) nos espera en Tullpu para el almuerzo, bebidas calientes para combatir el frio y ayudar con la digestión. Mientras almorzamos, compartimos entre risas y alegría la experiencia vivida, encontramos las anécdotas que formarán parte de nuestros recuerdos inolvidables. Realmente fue un viaje espectacular, costó, la sufrimos, (solo lo que cuesta se hace imborrable) pero por encima de todo lo disfrutamos y prometemos en silencio, volver alguna vez, pues quedamos prendidos de la belleza de la vista que solo se puede apreciar cuando se llega a la cima.
Dos horas y media de viaje en nuestro transporte nos separan del final de la aventura, duermen algunos, otros preferimos seguir disfrutando el paisaje como queriendo aferrarnos a este día increíble, como impidiendo que este día se acabe.
Hasta pronto Apu Vinincunca, hasta pronto Montaña de colores, hasta pronto Apu Ausangate. Volveré es una promesa!!.