VISITA AL APU FUNDADOR DEL QOSQO
Apu Senq´a.
Apu Senq´a.
¡¡SENQ´A OSCURO, AGUACERO SEGURO!!, Siempre se escucha en casa (sobre todo en Febrero, pero, considera que el periodo de lluvias en Cusco es entre Noviembre y Abril), las palabras de mi madre,…¡¡SENQ´A OSCURO, AGUACERO SEGURO!!, como buena cusqueña que conoce sus cielos, sus nubes y sus señales, y como buena observadora de los periodos que hasta hace poco fueron precisos y que hoy no lo son más.
El Apu Senqa, es una de las 6 montañas mas altas de Cusco, ubicada al Nor-oeste de la ciudad, es el Apu mas antiguo y conocido como el fundador de la ciudad inca del Qosqo, y el anunciante infalible de lluvias y aguaceros que cada año desde el mes de Noviembre hasta Abril, refrescan a la sedienta Pachamama, bendita y muy amada en esta parte del mundo.
Esta semana nos toco ascenderlo, y fuimos el grupo de viajeros, conformado por los mismos amigos de la Universidad quienes siendo asiduos caminantes y amantes de las montañas, y aprovechando el tiempo libre por la pandemia, tomamos el desafío de subir las montañas mas altas que rodean la ciudad del Cusco, mejorar nuestra conexión con la naturaleza y poner en practica el agradecimiento, y los principios incas «YACHAY, MUNAY y LLANQAY», buscando acercarnos mucho más a lo nuestro, nuestras creencias y nuestras practicas.
Nos juntamos en la plaza San Francisco, donde abordamos taxis para trasladarnos hasta Tica Tica, lugar previsto como el punto de inicio de nuestra nueva aventura. Luego de buscar leña y comprar agua, empezamos a caminar, con un inicio que se mostró intenso, pues nos toco subir una primera ladera muy vertical, siguiendo un viejo camino de herradura, con la cima del Apu Senqa frente a nosotros y la ciudad del Cusco a la derecha.
El inicio nos quitó el aire, mientras que el frío helado de la mañana propio de las montańas, ponía a prueba nuestros corazones deseosos de coronar al Senqa, que se mostraba ante nosotros, misteriosa y desafiante, acompañada de otras montañas mas pequeñas y menos imponentes, cual séquito, que embellecían mucho más el entorno, sorprendiéndonos en muchas partes del recorrido, obligándonos a soltar exclamaciones de admiración acompañadas de agradecimiento.
No habían transcurrido ni 60 minutos de camino y el paisaje se había transformado por completo, ya no se podia ver la ciudad, ahora era inhóspito y salvaje, pero apacible, y acogedor, que hasta el amarillo del ichu combinaba perfectamente con el cielo, las nubes, y las flores que todavía crecen a esa altura, creando para nosotros permanentemente paisajes de increíble belleza, cuadros vivos dignos del mas hábil pintor o imperdibles tomas para el lente y sensibilidad de un fotógrafo. [Mire algunas fotos de la caminata, aunque no he desarrollado aun mi habilidad como fotógrafo]
Nuestra caminata continuó entre fotos, comentarios y recuerdos de la época estudiantil, risas y el compartir nuestras sensaciones al disfrutar de la felicidad y la energía que brindan las montañas, y de pronto, sin darnos cuenta, simplemente habíamos llegado a la primera, de las 3 cumbres que ascendimos este día, cada una mas hermosa que la anterior. Fue emocionante disfrutar de la vista desde esta cima y ver el brillo de satisfacción en los ojos de mis amigos, aprovechamos para fotografiarnos junto a un solitario crucifijo reseco por el frío y el sol.
Desde esta cima empezamos a caminar por la misma cresta de la montaña para disfrutar de la vista de ambos lados de la montaña, por un lado el valle del Cusco con la ciudad que cada día crece más y por el otro ver Chinchero y sus lagunas, y el camino inca a Huchuy Qosqo otro mágico lugar que sin dudas formará parte de nuestras semanales expediciones.
Llegamos a una segunda cima, para finalmente ver la cima que anhelamos, continuamos caminando y subiendo y luego de unos veinte minutos llegamos a la cima del mismo Senqa, cada quien tuvo su momento personal de conexión, yo pude meditar unos minutos y luego nos juntamos para ofrendar nuestro ya acostumbrado despacho, por cada uno de nosotros, por nuestra ciudad y por nuestro país. Encontramos un momento de real conexión, sentimos que nuestros Apus habían recibido complacidos nuestra ofrenda por los permanentes estallidos que se escuchaban cuando la quemamos y contentos, compartimos el almuerzo antes de iniciar el descenso y retorno a la realidad.
El descenso puso a prueba la fortaleza de nuestras ya desgastadas rodillas, que crujían en algunas laderas mas que en otras, pero que finalmente nos dejaron llegar a Cusco completamente felices y satisfechos de haber completado una nueva aventura, sentirnos vivos, ser más amigos, más humanos, y más andinos.
Viajar hoy, es la actividad que me conecta más con la vida, pero sobretodo con aquella que siempre quise tener y que antes consideraba inalcanzable o lejana.
Gracias por tanto