CAMINATA AL APU PACHATUSAN

El que sostiene el mundo

La caminata al Apu Pachatusan,  sin dudas,  se convierte en una de mis favoritas de todas las que tuve la suerte de completar, no solo por lo exigente y desafiante que fue el ascenso hasta su cima (4885 msnm), sino por todo lo que compuso un día que terminó siendo mágico e inolvidable.

Nuestra aventura empezó el domingo muy temprano con nuestro encuentro en la plaza principal del distrito de San Jerónimo, (13°33′07″S 71°52′53″O) uno de los ocho que conforman la provincia del Cusco y lugar donde se evidencia  la presencia del hombre desde el Horizonte Temprano (1000 a. C.), así como también material cultural correspondiente al Período Intermedio Temprano (Wary), Horizonte Medio(Qotakalle), Horizonte Intermedio Tardío (Killke) y también pertenecientes a la época Inca u Horizonte Tardío.

Abordamos el vehículo de Alberto quien amablemente espero por las chicas tardonas del grupo, quienes llegaron con mas de 30 minutos de retraso, y luego de un recorrido en el vehiculo en ascenso de 40 minutos, llegamos a Huaccoto.

Previamente hicimos paradas para abastecernos de leños, ramas y la infaltable muña o menta andina que crece libremente en la montaña y que mas adelante serviría para limpiarnos los pulmones y ayudarnos a combatir los efectos de la altura.

Una vez en Huaccoto , cada quien escogió tres hojitas de coca (hicimos nuestro Q’intu con la mama coca), para realizar el saludo al Apu, pedirle permiso para ascender hasta su cima y también para pedir protección.

La caminata la iniciamos alrededor de las 9 de la mañana entre risas y bromas, realmente disfrutamos de un ambiente muy alegre  y,  a pesar de que las nubes negras que cubrían al Apu podían presagiar lluvias, o granizadas fuertes, el espíritu del grupo y la confianza en nuestro saludo nos impulso a seguir sin temores.

Ascendimos los primeros 2km antes de tener nuestra primera parada, y la primera baja del grupo, se trató de Nani, quien padeció el COVID y producto de esta enfermedad su capacidad pulmonar se había visto reducida drásticamente impidiendole poder continuar; ella tuvo que retornar hasta Huaccoto donde espero por nosotros el resto del día.

Quedamos 7 caminantes para continuar el ascenso, que cada vez se tornaba mas duro y desafiante, pero con el entusiasmo y las ganas intactas de llegar a la cima para compartir nuestra ofrenda por el país. Llegamos a un punto de la cresta de la montaña que nos permitía ver por un lado el Valle Sagrado de los incas, y por el otro el poblado de Tipon, Andahuaylillas, etc, realmente la vista era incomparable.

Entonces surgió la reflexión con Luis, de que esta ruta era hermosa pero no cualquiera podía completarla. Dicha reflexión cobro fuerza unos cuantos metros mas adelante, porque de la nada aparecieron las crestas que conforman la cima de la montaña permitiéndonos ver nuestro destino: la ultima de 4 que se podían en el horizonte.

Continuamos subiendo y algunas veces bajando, pero mas fue el camino de subida dura e interminable, de subida purificante y que te obliga a una introspección, a pensar y repensar sobre los aspectos de tu vida que no entiendes o que no tienen respuesta, y de la nada todo se va tornando mas claro, a pesar del cansancio y la subida que parece no terminar, comienzas a vislumbrar soluciones y respuestas a tu vida, y solo te queda agradecer entre lagrimas, por tanta bendición, antes de ser testigo de otro evento mágico, el inicio de una granizada pequeña que al chocar con las piedras sueltas de la montaña producen sonidos entre agudos y graves componiendo una hermosa sinfonía que se complementa con la belleza del lugar y la sensación de una nueva oportunidad que sientes en tu vida.

Sentí tanta paz y amor en mi vida, que solo pude gritar al horizonte GRACIAS, GRACIAS, pues en el mundo andino ese tipo de granizadas cuando asciendes una montaña no es otra cosa que la bienvenida que te da el Apu, con bendiciones incorporadas.

Continuamos subiendo, y pasamos la segunda y tercera cresta, nos quedaba aparentemente un camino ya corto, para ese momento ya habíamos pasado de las 2 de la tarde, y el cansancio ya era presa en algunos de nosotros, pero no en la incansable Edith, quien subía las laderas verticales como si caminara en el llano.

Al promediar las 3,15 de la tarde llegamos a la cima, y una alegría desbordante se apodero de cada uno de nosotros que entre incrédulos y agradecidos observamos el paisaje que definitivamente era posible como un privilegio, solo para quienes amamos caminar en las montañas y podemos superar desafíos tan duros y exigentes como este.

Después de unos minutos necesarios para la conexión personal nos juntamos para comenzar a preparar la ofrenda, la misma que armamos con mucho cariño y esperanza pero sobretodo con agradecimiento por la vida, por la amistad, por la familia, por el amor, por la oportunidad que tenemos cada día de alcanzar la vida que soñamos, pues todo lo que necesitamos siempre esta adentro, solo hace falta dejarlo aflorar.

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